viernes, 19 de octubre de 2012

Holy F*ck

     Los cambios son buenos... los cambios son buenos porque siempre te traen nuevas perspectivas y nuevas formas de ver las cosas. Los cambios tienen sus cosas positivas, como que de repente eres más tú y menos lo que la sociedad quiere que seas; que disfrutas de las pequeñas cosas y no te preocupas por trivialidades; que el día que sale el sol de pronto se convierte en el mejor día de tu vida; que puedas escuchar cómo se mueven las hojas de los árboles al compás del viento;  ver a esa persona especial que siempre te trae una sonrisa; que las personas a las que antes considerabas "locos" ahora te alegran; que los que están a tu alrededor puedan apoyarse en tí, porque tú estás bien asentada y con los pies bien puestos en la tierra, y por mucho que se te echen encima no podrán derribarte porque eres firme, y tienes muy claro el espacio que ocupas y el sitio que tienes en el mundo y te podrán mover, pero pronto vuelves a encajarte en el sitio que te pertenece; y por supuesto, y lo más positivo de todo, es el cambio en sí.
     Pero como todo, cambiar también tiene sus cosas negativas (que son positivas a la vez). De repente ves reflejado en personas de tu alrededor lo que tú eras antes, y no te gusta... Y de repente sientes un deseo insufrible de pedir perdón a todo el mundo, por haber sido aquella persona que fuiste. Pero no te preocupa, porque sabes que tu nuevo YO, el que siempre has sido pero que estaba oculto, más tarde o más temprano aparecerá ante todos (los que te importan, claro) y entonces ya no habrá necesidad de pedir perdón, porque ellos ya lo entenderán.
     Al pensar en todo esto se me viene a la mente una expresión en el idioma que amo que describe perfectamente lo que pienso... Holy F*ck!

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